A propósito de Los Juegos Olímpicos

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Por Felipe Fuenzalida.

Durante el mes de Agosto la atención estará puesta en lo que suceda en Londres. La gran mayoría de los ciudadanos se maravillarán con los rendimientos, hazañas y plasticidad de atletas que convocados por los Juegos Olímpicos de  Invierno se darán cita en la justa más importante del deporte planetario. En los medios de comunicación se mostrarán una y otra vez las imágenes más impactantes, y muchos niños soñarán con algún día ser uno de estos verdaderos gladiadores postmodernos. Las autoridades y los políticos intentarán sacar partido del momento y hablarán de los rendimientos de nuestros deportistas y algunos de ellos realizarán viajes express hasta Europa para estar cerca de ellos y poder sacar alguna tajada del pastel de la gloria y la visibilidad que da estar cerca de los mejores. Se hablará de lo importante del deporte y como debe ser un elemento central en nuestras políticas. Pasaran estas tres semanas afiebradas y todo volverá a fojas cero.

El alto rendimiento es una esfera central del deporte, pero no la única, ni tampoco la más importante. Debemos entender a la actividad física como una manifestación humana de mayor alcance, y que debe instalarse en nuestra población como una realidad permanente.

En el Chile histórico y actual, la actividad física y el deporte, han sido permanentemente subvalorados por la clase política, y en general evaluados como manifestaciones humanas de segunda categoría. El Estado en su conjunto, como asimismo los distintos gobiernos de turno, le han dado una importancia menor en la agenda publica, entendiendo que existen otras prioridades, propias de un país que presenta altos niveles de pobreza y desigualdad. El error en el análisis radica en la falta de mirada país, ya que no han sido capaces de entender las autoridades de los beneficios de la actividad física en el mediano plazo, desde la lógica del cálculo político orientado a la inmediatez, se ha pretendido desconocer sus reales aportes.

Las políticas publicas en deporte deben elaborarse en planes que abarquen por lo menos dos periodos de gobierno (8 años), de lo anterior se desprende la sensibilización que se debe efectuar con todos los actores sociales para que entiendan la relevancia del deporte en la agenda país, desde una dimensión Estado, es decir, que superen a los gobiernos de turno y se sostengan en el tiempo. Chile presenta indicadores alarmantes, que derivan en una población cada vez más enferma física y mentalmente, y que tiene proyecciones en el corto plazo, gravísimas para la salud de la población, y que asimismo va significar altos costos económicos para el gobierno.

Para analizar. En Chile existe una situación post transicional epidemiológica y nutricional, caracterizada por el aumento de la expectativa de vida, prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles y de obesidad.

Cifras nacionales del año 1998 revelaron una prevalencia de sedentarismo (actividad física menor a 30 minutos, 3 veces por semana) del 89% (91% mujeres y 88% hombres), aumentando en los niveles socioeconómicos bajos y con la edad (96% para mayores de 64 años). Además la existencia de un 37,8% de sobrepeso y 23,3% de obesidad, un 33,7% de hipertensión y 4,2% de diabetes. El riesgo cardiovascular alto y muy alto alcanzo un 54,9 % de la población adulta mayor de 17 años (64,2% hombres y 46,2% mujeres).

Por esto en el año 2000 se establecieron metas para el año 2010 destinadas a reducir la obesidad, sedentarismo y tabaquismo, y aumentar los factores protectores psicosociales y ambientales, con líneas de acción formuladas a partir de la revisión de la experiencia.

Sin embargo la encuesta nacional de salud 2010 revelo que un 67% de la población mayor de 15 años tiene sobrepeso o es obesa, un 26, 9% padece de hipertensión, un 9,7% es diabética, un 17,2% padece síntomas de depresión y un 88,6% es sedentaria. Además según información proporcionada por el INTA el 30% de los niños en edad escolar es obeso y, por consiguiente tiene 10 veces más probabilidades de prolongar esa enfermedad durante la adultez.

Una de las principales causas atribuibles a estas cifras se encuentra en los cambios de estilos de vida de la población, inclinando cada vez con más fuerza estilos de vida sedentarios. El sedentarismo es definido como la carencia de actividad física regular, lo que por lo general pone al organismo humano en situación vulnerable ante enfermedades especialmente cardiacas y sociales. Se presenta con mayor frecuencia en la vida moderna urbana, en sociedades altamente tecnificadas en donde todo está pensado para evitar grandes esfuerzos físicos, en las clases altas y en los círculos intelectuales en donde las personas se dedican más a actividades cognitivas.

Uno de los principales problemas es que la persona sedentaria no quema las grasas que consume y la carencia de actividad física hace que los huesos pierdan fuerza y se debiliten, lo que abre el camino a enfermedades óseas como la osteoporosis, que dificulta distintas actividades como subir escaleras, caminar, levantar objetos o correr; aumenta también el colesterol el cual ocluye las arterias y venas, lo que hace que el flujo sanguíneo hacia el corazón sea menor y por lo tanto tenga que hacer un doble esfuerzo. De esto deriva los problemas cardiacos y la fatiga ante cualquier esfuerzo.

Las investigaciones corroboran los beneficios de la actividad física y el deporte a largo plazo en cuanto mejora el funcionamiento de todos los aparatos y sistemas corporales, además de producir mejoras psicológicas bien definidas. Entre las más importantes a señalar: La actividad física contribuye a la prevención y manejo de una serie de enfermedades, entre las que se destacan las  patologías cardiovasculares, diabetes mellitus tipo II, obesidad, hipertensión arterial y depresión entre otras. El efecto de la actividad física y dieta en la disminución de la obesidad es concluyente, así como su asociación con mortalidad. Además, se ha demostrado que el riesgo de muerte cardiovascular es menor en adultos obesos activos que en más delgados y sedentarios; también es menor en hipertensos activos que en hipertensos sedentarios y del mismo modo en diabéticos activos que en no diabéticos sedentarios

Todo lo anterior nos obliga como país a hacernos cargos de esta problemática y elaborar propuestas claras orientas a masificar la actividad física en nuestra población, para ello es indispensable la aceptación y entendimiento por parte de nuestra sociedad de la gravísima situación por la cual atravesamos, como asimismo el reconocimiento del deporte como mecanismo para promover una población sana física y mentalmente. Dado lo anterior toma especial énfasis la generación de iniciativas que instalen la discusión en la población y promuevan de manera cercana a los ciudadanos, el real impacto que tiene en su cotidianidad un estilo de vida saludable.

Como progresistas, entendemos que el desarrollo del ser humano, se efectúa desde una lógica colectiva, respetando las diferencias individuales. Por lo tanto, las políticas públicas deben abarcar todos los espacios sociales y geográficos, efectuando especial énfasis en aquellas capas sociales más desprotegidas y con menor acceso a espacios públicos y recursos logísticos asociados al deporte.