Columna | NEO MUNICIPALISMO Y ECOCIUDADES

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Por Marco Enríquez-Ominami y Esteban Valenzuela Van Treek

El poder local bosteza en muchos rincones, rutinizado por gestiones burocráticas y populistas que reparten ayudas a la clientela, pero no transforman la calidad de vida de sus territorios. No se actúa para romper un círculo vicioso de centralismo, mucha queja ante la falta de recursos, poca transparencia (sobre todo en los contratos de la basura), débil participación, grandes desequilibrios en la oferta cultural y de competitividad, bajo protagonismo en mejorar la calidad de vida y construir ciudades con apuesta ambiental de calidad. Estamos fuera del siglo XXI: de Bergen a Valencia, de Rosario a San José, de Rivas (periferia de Madrid) a Jericó (Cerca de Medellín), las ciudades grandes y pequeñas se atreven a innovaciones con sus comunidades y apoyo de los gobiernos para cumplir estándares urbanos, culturales y ambientales óptimos.

En el Gobierno central y en los municipios deben ocurrir cambios como los siguientes, que no se observan en la agenda de la Alianza ni se asumen con fuerza en las visiones de futuro. Veamos algunos de esas reformas y acciones que proponemos para el debate:

Transferencias diferenciadas para cumplimiento de metas:

El Estado central gordo y autocomplaciente debe transferir más recursos, pero sin incentivos perversos a quienes se acostumbran a ser menesteroso, llenar las planillas de activistas y no mejorar los servicios a la comunidad. En el mundo anglosajón y europeo son comunes las directrices para cumplimiento de metas, transfiriendo recursos a quienes cofinancian logros sustantivos, con mayor aporte a las ciudades y comunas rezagadas, pero que hagan un compromiso explícito. Los matching Grant (copago por resultados) y los fondos de convergencia territorial dan recursos a poderes locales que adoptan sistemas de reciclaje de basura, construcción de ciclovías integradas, institutos de capacitación en zonas sociales vulnerables, saneamiento de ríos y lagunas, bibliotecas y museos interactivos, parques en zonas populares.

Metas nacionales, compromisos locales

La SUBDERE sigue siendo el espacio del control y la timidez, con buena información pero castrada porque no desclasifica estudios y rankings de gestión, sin capacidad de generar instrumentos que aporten a terminar con la desigualdad territorial abusiva de Chile, como se expresó en las inauguraciones centralistas del Bicentenario. Hay que convertirla en un centro pro políticas públicas eficaces e instrumentos de transferencias de recursos y gestión para cumplir metas nacionales que se encarnen en lo local. Ya casi se completó su rol de primera generación en completar alcantarillados y servicios básicos en todas las comunas. Hoy hay que ver el acceso domiciliario a internet, los metros cuadrados de área verde por habitante, oferta de exámenes y salud mental en los consultorios, educación de adultos, centros de apoyo social, calidad de viviendas. Hay que generar competitividad y calidad de vida donde no se han producido cambios relevantes en dos décadas. Es la única forma de acortar las distancias entre Lo Espejo y Vitacura, entre Puerto Saavedra y Viña del Mar.

Medidas pro participativas y anti orrupción

La basura y sus negocios huelen hace mucho muy mal en Chile. Un municipio manchado por las coimas no fiscaliza a las empresas que otorgan servicios. Lo urgente es reglamentar que en el caso de los mega contratos de basura, mantenimiento de áreas verdes, reposición y modernización de alumbrados públicos, el modelo de licitación sea estricto supervisado por Contraloría: bases generales sin cláusulas que fomenten la tecnología de proveedores exclusivos, listado de empresas preclasificados, y por tanto, tras el cumplimiento de los requisitos, se adjudica directamente a la de precio más conveniente. Esta medida sacará a muchas cucarachas y dará libertad para fiscalizar a los municipios y concejos, hoy presa fácil de los intermediarios de la pestilencia.

Por otra parte, la vida democrática se ha restringido en exceso a los pequeños concejos municipales. Autocríticamente fue un error eliminar los Consejo Económico Sociales, CESCO; por ordenanzas de participación que dictaran cada municipio. Han sido letra muerte, con muy pocas excepciones. Recrear los CESCOs con más poder es una meta para que un municipio no quede secuestrado en un concejo pequeño, y por tanto, las prioridades ciudadanas relevantes se expresen en las agendas públicas locales.

Obligatoriedad de la Agencia Ambiental Local.

Para ser ecociudades se necesita hacer obligatorio la unidad ambiental en los municipios, con consideración a sus tamaños (desde un encargado en los pequeños hasta agencias en las municipalidades de más de 80 mil habitantes). Dichas agencias deben medir el daño ambiental, fiscalizar en coordinación con los entes nacionales las fuentes fijas y móviles, asegurar ordenanzas locales con exigencias de aislación y buen uso térmico de las viviendas, control de leña, inclusión obligatoria de ciclovias en proyectos viales y nuevas urbanizaciones, reciclaje de la basura con escuelas y barrios, entre otras acciones claves, como fomento de energía sustentable y uso responsable del agua. Esto debe incorporarse en la estructura básica y obligatoria de los municipios.

Reapropiación del impuesto territorial: responsabilidad fiscal.

El 70% de las viviendas en Chile no pagan impuestos locales y eso es mentirnos al largo plazo: sin aporte a las finanzas locales tendremos municipios ´débiles, administradores de pobreza, sin planes de calidad de vida relevantes. Las ciudades colombianas han sido esenciales en las mejoras de dicho países a partir de crear cinco estratos de pago de contribuciones, solidario y responsable, donde todos, excepto los más pobres, contribuyen a los servicios crecientes de los municipios en recuperar espacio público, mejorar el transporte, el acceso a la cultura, la seguridad ciudad y las oportunidades de empleo.

El neo municipalismo para ecociudades se construye con mayor solidaridad y proactividad desde el centro, pero también con mayor emprendimiento y corresponsabilidad desde los territorios. Llamamos a crear las bases para una reforma municipal y regional verdadera y futurista, la misma que los actuales administradores tampoco han querido impulsar.