La empresa Adimark-GDF presentó el informe mensual de la encuesta “Evaluación Gestión de Gobierno”, para el mes de octubre 2011.
Desde una perspectiva institucional, los resultados relativos a la aprobación y desaprobación de las coaliciones políticas son cada vez más inquietantes, aunque no menos esperables. De esta forma, el 35% de los encuestados declara no sentirse identificado ni con el Gobierno ni con la Concertación. Esta cifra da cuenta de la sostenida desaprobación que han experimentado las clásicas coaliciones políticas, desde hace doce meses, cuando el 23% de los encuestados declaraba, en ese entonces, no sentirse identificado ni con el Gobierno ni con la denominada Oposición.
El escenario más dramático lo vive la Concertación, quien ha visto, entre octubre 2010 y octubre 2011, aumentar su nivel de desaprobación de 52% a 73%. Su nivel de aprobación, en tanto, ha bajado sostenidamente en estos doce últimos meses, pasando de 32% a 14%.
Llama la atención que estas cifras y tendencias, admitamos surrealista, no constituyan un estimulo suficiente para que los líderes de la Concertación inicien, como mínimo, un análisis riguroso tendiente a identificar la desafección de lo que se denominó en su minuto “mundo concertacionista”, a estas alturas inexistente. Llama también la atención que los líderes de la Concertación, unos más que otros, renieguen sistemáticamente del aquellos ciudadanos progresistas que, desencantados del carácter instrumental de esta coalición, se alejaron progresivamente y definitivamente de ella.
No se entiende que los presidentes de lo partidos de la Concertación no hayan sido capaces de iniciar, junto a todos los actores de la oposición, la reconstrucción de un espacio político nuevo, basado en ideas y propuestas, por sobre pactos instrumentales. Por el contrario, pareciera ser que prevalece el inmovilismo absoluto, el cual se sostiene en una esperanza, casi religiosa, de que tarde o temprano llegará la candidata esperada a salvarlos del descredito.
Y me pregunto: donde están las convicciones, el ímpetu y la indignación? Acaso alguien puede creer que una carta presidencial popular en las encuestas es suficiente a la hora de gobernar? Ciertamente no lo es y este tipo de estrategia resulta a lo menos irresponsable en un país que requiere más que nunca de mayor representatividad y participación.
Por otra parte, la encuesta presenta una serie de resultados asociados al denominado “Conflicto Estudiantil”, expresión que per se intenciona cualquier respuesta.
Al respecto, constituye un éxito que el 67% de los encuestados declare aprobar las demandas de los estudiantes universitarios y segundarios, a pesar del desgaste del movimiento y sobretodo, el esfuerzo sistemático del Gobierno por asociar este movimiento a grupos ultra, violencia y desmanes. No es entonces de extrañar que el 57% de los encuestados desapruebe “la forma cómo los estudiantes han llevado a cabo sus movilizaciones y manifestaciones en las últimas semanas”.