Por Dr. Raúl Morales Segura.
Los proyectos que el Gobierno ha planteado como parte de la reforma educacional, en lo que se refiere al lucro, copago y selección, como hemos observado en las últimas semanas, han sido fuentes de severas críticas en la voz de expertos educacionales, políticos y diversos otros actores de la sociedad.
Sin embargo, un eje fundamental del programa de gobierno que debiera haber sido un elemento de unidad de fuerzas políticas y sociales, se ha traducido en un afán que ha generado confusión en la opinión pública nacional y que el Ministro Eyzaguirre y otras autoridades han debido salir a enfrentar ya sea con declaraciones o nuevos conceptos que, en el calor del debate, la mayor de las veces, sin ser el propósito, pero producto de la improvisación, se han introducido nuevas confusiones sobre un tema de por sí complejo.
Y es que efectivamente, un proyecto de reforma integral a la educación a nivel de cada uno de sus diferentes tramos, desde la parvularia hasta la superior, aun no se vislumbra, por lo que las insatisfacciones que producen las propuestas con sus ampliaciones aclaratorias o sus tajantes aseveraciones de cumplimiento del programa de gobierno, han comenzado a derivar más en debilidades y amenazas que por sobre oportunidades y fortalezas producto de los cambios que se habrían de realizar.
Este confuso panorama nuevamente ha llevado a posicionar el único tema más consensuado de mejoramiento de la Educación, que corresponde al de elevar los estándares de calidad, los que por su parte no se definen ni se explicitan como parte de las metas que se habrían de alcanzar con los recursos a recaudar con la reforma tributaria definida para alcanzar en última instancia dicho fin. Sin embargo algo sigue siendo claro y evidente, esto es, la percepción de la mala calidad de las instituciones públicas de educación a nivel escolar, la que a ojos de cualquier ciudadano sigue siendo muy baja y en cuanto a la educación superior, particularmente las universidades, al igual que en la secundaria, solo honrosas excepciones están a la altura de lo que se espera de un país que, en otros indicadores de calidad, como en lo económico y social, esta mejor posicionado a nivel internacional.
Desde hace varios años en los medios académicos hemos venido planteando algunas medidas concretas para mejorar la calidad de la educación que conlleve a mejorar los resultados en la enseñanza primaria y secundaria en las escuelas y colegios municipales. En esta perspectiva hemos sido bastante claros y pragmáticos en proponer inversiones que sabemos redituarán en mejores estándares de calidad. Es en esta perspectiva que deseo insistir a lo menos con tres medidas que habrán de hacer un gran avance, que por lo demás, cumplen con ser plenamente cuantificables en lo económico y en su proyección docente y que, de paso, nos permitirán tener más tiempo para abrir un amplio dialogo social-educacional para profundizar en otras acciones más ideológicas o complejas que obedezcan a realidades de formación, de gestión, territoriales y curriculares que liguen todo el proceso formativo desde la formación parvularia a la formación terciaria en sus diversas variantes.
Estas tres primeras medidas básicas para instituciones públicas y estatales de enseñanza primaria y secundaria deberían ser:
- Mejoramiento sustancial de los sueldos en los profesores y personal técnico de colaboración. Ningún aumento que al menos no doble la actual situación va a remediar el problema.
- Contratos anuales de profesores con jornada completa y dedicación exclusiva, en donde no más del 50% del quehacer semanal deba ser dedicado a trabajo directo en aula. Esto dará la oportunidad de abrir espacios, entre otros aspectos, al perfeccionamiento de los profesores de manera colegiada en sus propias unidades en una interrelación con instituciones de educación superior estatales.
- Cursos con asistencias que no superen los 25 alumnos en aula como máximo. Esto permitirá que los profesores conozcan a sus alumnos y a sus apoderados, entrando en una relación maestro-discípulo que se ha perdido en el tiempo, recuperándose el respeto mutuo y revalorizándose el quehacer pedagógico como parte de la formación integral al que debe aspirar todo individuo en una sociedad que se aprecia a si misma y a sus valores éticos y ciudadanos de convivencia civilizada.
Estas medidas no sólo permitirán agilizar un proceso de reforma que se ve entrampado, sino que además, nos permitirá hacer fácil lo que hoy se torna difícil y arduo de implementar con el concurso amplio de la ciudadanía. Hagamos de los cambios en las instituciones públicas y estatales nuestra primera preocupación en un esfuerzo con todos y no contra todos, atendiendo efectivamente una realidad que a todos nos llega y que debe desarrollarse con la paz social que la educación requiere para que sea efectivamente próspera y duradera.
Dr. Raúl Morales Segura
Profesor Titular
Facultad de Ciencias
Universidad de Chile