Por Pablo Iglesias, Ctxt.es
Es doctor por la Complutense, universidad por la que se licenció en Derecho y Ciencias Políticas. En 2013 recibió el premio de periodismo La Lupa. Fue secretario general de Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno.
Conversamos con el periodista chileno Marcos Ortiz Finch (Santiago de Chile, 1981). Ortiz es director del portal de análisis mediático Ojo del Medio. Licenciado en Información Social por la Universidad Católica de Chile, amplió su formación cursando estudios de postgrado en periodismo digital en la Universidad de Lyon y culturas globales digitales en la Universidad de Londres. Actualmente, también en Londres, realiza un doctorado en comunicaciones en el que investiga la reacción de los medios escritos chilenos tras el estallido social de 2019 y su red de vínculos con otros actores hegemónicos. Ha trabajado como director de varios documentales y ha sido guionista. Además ha ejercido el periodismo en periódicos, radio, prensa digital y televisión y la asesoría en comunicación política.
¿Qué es Ojo del medio?
Ojo del Medio es una plataforma digital de análisis de medios de comunicación chilenos. Es un espacio en el que a diario revisamos la prensa del país y revelamos sus sesgos. Hay espacio también para destacar algunos aciertos o recomendar artículos y entrevistas que nos parezcan sobresalientes, pero en general se trata de un espacio crítico. No creemos necesariamente que nuestro trabajo pueda cambiar la economía política de los medios chilenos, pero sí entregar una mirada que filtra los contenidos y entrega herramientas que explican por qué la prensa chilena informa como lo hace.
Fundaste Ojo del medio en 2009, una época de auge de los blogs, como espacio de análisis sobre los errores, aciertos y verdades del periodismo chileno. ¿Cómo fue la recepción entonces y por qué tuvisteis que cerrar en 2011?
En sus inicios Ojo del Medio era una plataforma menos crítica. Comenzamos destacando particularmente errores de ortografía, los que se volvieron muy populares entre el público y periodistas y editores, quienes todas las mañanas ingresaban al sitio para ver si alguna de sus notas había aparecido. Fueron un par de años en el que se armó un amplio grupo de lectores que inundaban nuestra casilla con correos con errores aparecidos en medios de todo el país.
Fue difícil continuar, porque yo en ese momento trabajaba en Televisión Nacional de Chile –ese era el trabajo que pagaba mi sueldo– y en más de alguna ocasión me tocó revelar errores aparecidos en el canal en el que yo trabajaba.
Regresáis casi ocho años después, en el año del estallido social en Chile, esta vez desde Twitter e Instagram como plataforma de discusión sobre el periodismo en Chile que analiza los sesgos del mismo. Habéis probado también con el formato podcast. Háblame de vuestro trabajo en esta nueva época.
En esta segunda etapa, Ojo del Medio tiene evidentemente una mirada mucho más crítica y que apunta al fondo y no necesariamente a la forma o los detalles. Nos interesa la propiedad de los medios de comunicación, el uso de fuentes y las relaciones que estas empresas tienen con determinadas universidades de derecha, con grupos que se hacen llamar centros de pensamiento, con encuestadoras, partidos políticos y algunas figuras que intentan defender un modelo que quedó en entredicho tras el estallido de 2019.
Estamos presentes particularmente en Twitter y Telegram, y en menor medida en otras plataformas. Es una deuda pendiente ser más fuertes en Instagram y Facebook para llegar a otras audiencias que no sean necesariamente periodistas, influyentes y tomadores de decisión. Creemos que es clave hacerlo, particularmente ahora que Chile se está jugando su futuro.
Cuando preparábamos en La Base el programa de análisis sobre los medios chilenos, nos impresionó que hacíais un trabajo muy similar al nuestro y, de hecho, nos apoyamos en vuestros análisis para preparar nuestro programa. ¿Cómo reciben en Chile los grandes medios que haya quien analice sus sesgos ideológicos y sus manipulaciones?
Como decíamos en el programa, en Chile está muy mal visto hablar de medios. Hay pactos de silencio implícitos que es muy difícil que se rompan. No existe mayormente la figura del columnista o crítico de medios, que sí existe y es muy importante en otros países del mundo. Nosotros hemos tratado de aportar en esa dirección y todas las semanas publicamos nuestra columna de opinión –‘Jueves de Medios’– en el medio digital Interferencia. Es ahí donde logramos darle más peso y perspectiva a nuestro trabajo de todos los días.
Como es de esperar, no existe una reacción oficial de los medios a nuestro análisis, pero de manera interna, a través de mensajes y correos, recibimos muchos aportes, saludos y felicitaciones de parte de profesionales que trabajan al interior de diarios, canales de televisión y medios digitales. Esa es quizás una de las partes más gratificantes de esta cruzada.
En España la palabra que mejor define la correlación mediática de fuerzas es “duopolio”. El sesgo de los grandes medios aquí es además predominantemente conservador. Incluso la mayor parte de los grandes medios “progresistas” tienen propietarios de derechas. ¿Cómo definirías la correlación mediática de fuerzas en Chile y la estructura de propiedad de los medios?
En Chile el escenario es aterradoramente parecido. La prensa escrita está concentrada en un 90% en las manos de dos grandes conglomerados –El Mercurio y Copesa– que acaparan la lectoría y el avisaje (anuncios y publicidad). Si bien los números de la prensa escrita van en declive, conservan una enorme fuerza determinando la agenda para los demás medios y actores relevantes de la sociedad.
La radiofonía está en gran medida en manos extranjeras, mientras que la televisión, salvo el canal público TVN, es propiedad de grandes empresarios y banqueros. En este mismo momento, el presidente de los grandes empresarios chilenos, Juan Sutil, el mismo que retiró avisaje tras el estallido porque no le pareció bien la cobertura de algunos medios, está en conversaciones para comprarse un canal de televisión.
Es indudable que la irrupción de un buen puñado de medios digitales, en los que sí vemos mayor diversidad editorial, ha contribuido en la diversificación de los contenidos y las miradas, pero a mi juicio es aún muy insuficiente. No es honesto decir que lo digital haya democratizado del todo el sistema de medios chilenos, ya que en su enorme mayoría estos nuevos actores deben luchar por la misma y escasa torta publicitaria y tienen enormes problemas de subsistencia.
Desde el cambio de mando he seguido con mucha atención el proceso chileno. Estoy suscrito a vuestro canal de Telegram y me impresiona comprobar cada día la agresividad de la derecha mediática chilena tanto contra el gobierno de Boric como contra la nueva Constitución redactada por la Convención Constitucional que se votará el próximo 4 de septiembre. En Chile hemos visto que se le pueden ganar unas elecciones a la derecha política tanto en la constituyente como en las presidenciales pero, ¿se le puede ganar un referéndum a unos medios que diariamente y con un trabajo metódico imponen la agenda de temas políticos a todos los actores?
Si bien es necesario que el periodismo tenga una mirada escrutadora del poder y sus instituciones, lo que hemos visto en Chile por parte de algunos medios –particularmente desde el estallido en adelante– ha sido muy duro. Ellos ven que el modelo social, político y económico que les ayudó a subsistir en dictadura y con el que negociaron largamente durante las tres primeras décadas tras la salida de Pinochet se está derrumbando, por lo que han tomado una actitud de salir al ataque.
El estallido, que fue una ventana de expresión popular para millones de chilenos, fue abordado únicamente desde la lógica de la seguridad. La elección de los constituyentes que redactan el nuevo texto los tomó por sorpresa, porque se trata en buena medida de nuevos actores que no estaban en el radar de los medios. Tuvieron que aprender a conocerlos y ese es un proceso difícil para instituciones conservadoras acostumbradas a llamar por años a las mismas fuentes que hoy miran la Convención por una ventanita pequeña.
Algo similar, aunque creo que en menor medida, ha ocurrido con el Gobierno de Boric, que también llegó con una agenda transformadora que incomoda. Considero, eso sí, que estamos más acostumbrados a ese escrutinio y que en el segundo Gobierno de Michelle Bachelet –el más reformista de sus dos pasos por La Moneda– también debió enfrentar una prensa muy adversa.
¿Se puede ganar el referéndum? Sí, se puede, pero no será nada fácil. En este momento, de hecho, los números no alcanzan. Pero el estallido de 2019 ya demostró que los cambios pueden ocurrir pese a los medios y no gracias a ellos. Ese portón ya se derribó una vez y ahora es momento de hacerlo de nuevo. Chile cambió, y sus medios no han estado a la altura. El país no se quedará esperando que esta prensa más conservadora se ponga a la altura de los tiempos. Deben entender que no pueden seguir defendiendo un modelo a rajatabla sin hacer ninguna concesión.
La conciencia política sobre lo que representa el poder mediático no siempre ha predominado en los análisis de los actores políticos de la izquierda, a la hora de definir sus estrategias. Al menos en España esto es así. ¿Dirías que la izquierda chilena tiene una estrategia mediática tan definida como la de la derecha?
La izquierda y los sectores progresistas chilenos no han estado listos en este respecto. Los intentos por fundar medios de comunicación que incidan verdaderamente en el debate no han tenido la fuerza necesaria y se han caído al poco tiempo. Me imagino que los auspiciadores también han tenido un rol en ese sentido.
Un mayor equilibrio en el sistema mediático chileno pasa por un fortalecimiento y creación de más medios comunitarios, mayor transparencia en la entrega de avisaje por parte del Estado y, por cierto, por la creación de nuevos medios con líneas editoriales que vean el cambio como una oportunidad y no como el peor de los males. En ese sentido la derecha parece ser mucho más ordenada y metódica.
Uno de los medios que más analizáis es El Mercurio. ¿Cómo explicarías a la gente que no conoce Chile lo que representa políticamente este periódico?
El Mercurio es una institución en Chile y lo ha sido durante gran parte de la vida republicana del país. Es el punto de encuentro para las élites, quienes se leen, se mandan recados y se ven en sus páginas. Es el espacio en el que se dan a conocer las ideas más conservadoras y se les da tribuna a una serie de actores que tienen escaños reservados en sus páginas.
Durante mucho tiempo se ha criticado su rol (partiendo por el millonario financiamiento recibido a inicios de los setenta por parte de la CIA), pero aún así aparecer en El Mercurio legitima discursos y figuras públicas.
Para entenderlo mejor: El Mercurio fue una pieza clave en la instalación del modelo neoliberal que trajeron los economistas que estudiaron en Chicago y que se convertiría en la base ideológica de la dictadura de Pinochet. Es por esto, a mi juicio, que hoy en día resienten tanto que el modelo parezca resquebrajarse y muestre todas sus grietas. El Mercurio históricamente tapó con sus páginas esas grietas del modelo. Hoy, afortunadamente, todas esas debilidades están al descubierto, se están discutiendo y tratando de cambiar de manera institucional.
Hace poco analizamos todos los editoriales publicados por el diario en el marco de la discusión constituyente y el resultado no deja de ser llamativo. El 90% de sus editoriales son críticos de la Convención y menos del 2% rescata algo positivo. En términos políticos –si El Mercurio fuera uno de los constituyentes, por ejemplo– esto lo ubica en un extremo ideológico, junto a los constituyentes de la derecha más radical, conservadora e intransigente.
En mi opinión, quien tiene el mejor análisis de las tendencias en los medios está más preparado para hacer pronósticos políticos. ¿Qué futuro le auguras a la nueva Constitución y al gobierno de Boric? ¿Se aprobará el día 4 de septiembre? ¿Se recuperará el gobierno del desgaste que viene padeciendo, entre otras causas, por la presión mediática?
Es difícil apostarlo, pero estoy confiado en que la nueva Constitución sí se aprobará. Esto será clave para el gobierno de Boric, el que deberá navegar aguas muy movidas. Será clave también no cometer errores que les den aún más material a estos medios. Ese fue uno de los errores de la Convención, que pese a hacer un trabajo histórico y entregar un texto en un tiempo récord, dejó muchos flancos abiertos por los que se colaron críticas que han hecho muchísimo daño.
Pero coincido plenamente con tu planteamiento: entender a los medios es totalmente clave. Se equivocan quienes no leen la prensa conservadora y se quedan en la comodidad de los medios digitales que más se acercan a sus ideas. Leer estos medios conservadores es una oportunidad única para entender cómo piensan, cuáles son sus estrategias y por dónde asestarán su próximo golpe. Eso está ahí, al alcance de la mano, todas las mañanas en los quioscos. Y aunque a veces nos dé dolor de estómago dedicarle tiempo a su lectura, no podemos desaprovechar esa oportunidad que nos regalan.