[Columna] En la hora de las definiciones claves: las perspectivas presidenciales del Progresismo en Ecuador y Perú

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[Columna] En la hora de las definiciones claves: las perspectivas presidenciales del Progresismo en Ecuador y Perú

Por Víctor Osorio
El autor es director ejecutivo de la Fundación Progresa

El mapa político de América Latina se encuentra a horas claves de definiciones. El domingo se realizan elecciones presidenciales en Perú y Ecuador. Este último caso es particularmente significativo porque existe una probabilidad cierta de que el Progresismo logre reconquistar el gobierno. Por eso, el sociólogo Emir Sader señala que “los ojos del continente se vuelven ahora hacia Ecuador”. En Perú, en un cuadro de enorme complejidad, la izquierda podría dar una sorpresa y eventualmente pasar a segunda vuelta.

Hace un par de semanas, conocimos un análisis que circulaba en las redes sociales que hacía las siguientes consideraciones de análisis: “En Ecuador va a ganar el candidato oficialista”, Andrés Arauz, “si logra convencer al electorado que no es continuista de Rafael Correa”. En cambio, agregaba, Guillermo Lasso ganará “si logra demostrar esa cercanía”. Respecto del Perú, sentenciaba que “solo existe certidumbre de una segunda vuelta entre candidatos de derecha”. Lo significativo es la conclusión que se formulaba respecto de Chile que, como se sabe, enfrentará este año un conjunto de procesos electorales, incluyendo la presidencial: señalaba que los tres países “tienen un punto en común”, existiría “una mayoría de centro izquierda que prefiere votar derecha, antes de entregar el poder a una izquierda dura”.

EL ESCENARIO DE ECUADOR

Los ecuatorianos elegirán en segunda a vuelta a su próximo Presidente entre el economista Andrés Arauz, de la coalición progresista Unión por la Esperanza (UNES); y el banquero Guillermo Lasso, de la alianza de centro–derecha CREO–Partido Social Cristiano. A las urnas están convocados unos 13 millones de electores.

Lasso tiene un perfil similar a otras opciones presidenciales de la derecha en la región. Es empresario y banquero. Fue presidente ejecutivo y es uno de los principales accionistas del Banco Guayaquil. Fue presidente de la Asociación de Compañías Financieras del Ecuador y fue vicepresidente de la filial de Coca Cola. En 2017, un informe de la Superintendencia de Bancos de Panamá, al que tuvo acceso el diario argentino “Página 12”, revelaba que Lasso estaba asociado a 49 empresas offshore en paraísos fiscales y acumuló entre 1999 y 2000 una riqueza de 30 millones de dólares.

Inició su carrera política en 1998, al ser nombrado por el controvertido Presidente Jamil Mahuad como Gobernador de la Provincia del Guayas y al año lo designó Superministro de Economía, en medio de una dura crisis económica. El 2003 el Mandatario Lucio Gutiérrez, quien encabezó un alzamiento que depuso a Mahuad, lo nombró Embajador Itinerante, a cargo del establecimiento de tratados comerciales y, en particular, de profundizar vínculos con Estados Unidos. Gutiérrez fue destituido el 2005, en medio de protestas y acusaciones por corrupción, autoritarismo y sometimiento al neoliberalismo. Abandonó el Palacio de Carondelet por los techos, a bordo de un helicóptero del Ejército.

Inmediatamente después, Lasso creó una plataforma política propia: el movimiento político neoliberal UNO. Fue uno de los principales opositores de derecha a Rafael Correa.

El análisis comentado inicialmente parece confundir la realidad con sus deseos. Arauz no es candidato del “oficialismo” y es la expresión de una amplia coalición política y social, que incluye la experiencia de la “Revolución Ciudadana” de los Gobiernos de Rafael Correa. Es decir, Lasso no necesita hacer esfuerzo alguno para “demostrar esa cercanía”, porque es un hecho público y notorio, que Arauz no ha pretendido encubrir.

Arauz fue proclamado candidato presidencial el 18 de agosto de 2020 por el frente Unión por la Esperanza (UNES), coalición que articula a las fuerzas políticas Centro Democrático y Compromiso Social por la Revolución Ciudadana, de la que forma parte el ahora abanderado de la alianza y a la que adhiere Correa.

Con 36 años de edad, obtuvo la mayor cantidad de votos válidos (32,72 por ciento) en la primera ronda de comicios efectuada el pasado 7 de febrero. Presenta un programa con 11 objetivos específicos que incluyen materias como democracia participativa y deliberativa, igualdad productiva y económica, intergeneracional, ecológica y de transición energética, e inclusión para las mujeres y los grupos excluidos.

Un hecho significativo a considerar es que el actual Presidente, Lenin Moreno, se impuso en las elecciones de 2017 como abanderado del movimiento Alianza PAIS, fundado por Rafael Correa al calor de su primera candidatura presencial en 2006. La década de Gobierno de Correa fue parte de la “primavera” de gobiernos de izquierda y progresistas en la región, de la que Moreno fue parte protagónica como Vicepresidente de la República entre 2007 y 2013. Su historia política había comenzado a fines de los 70, cuando integró las filas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Ecuador.

Así las cosas, Moreno se impuso en el balotaje con 51,16 % de los votos, contra el 48,84% de Guillermo Lasso, el mismo hombre de derecha que ahora compite el domingo contra Arauz. Se presentó Moreno como como continuidad del proyecto de Revolución Ciudadana y contó con el respaldo de Correa. A poco andar terminó traicionando esa orientación y se sumó a una agenda de derecha a nivel nacional y hemisférico, sumándose a la ofensiva de los conservadores en la región. También se encargó de tomar el control de Alianza PAIS a través de una sucesión de maniobras cuestionables y en oposición a la mayoría partidaria. Una vez que logró posicionarse de la conducción partidaria, le provocó una crisis profunda que la sumió en la irrelevancia política y que concluyó a comienzos del mes pasado con la bochornosa expulsión de Moreno.

LAS OPCIONES EN JUEGO

La candidatura de Arauz, desde sus primeros pasos, ha tenido que enfrentarse a los embates autoritarios del Gobierno de Moreno. Los partidarios de retomar el camino del progresismo se agruparon en el Movimiento Revolución Ciudadana, cuyo registro legal fue cancelado por decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE). Con una perspectiva de unidad amplia, se incorporaron al Movimiento Fuerza Compromiso Social, constituido legalmente en 2010 y que había sido crítico de Correa. Pero el CNE también procedió a ilegalizarlo.

Arauz forma parte de esta articulación. De hecho, en el período de Correa fue Subsecretario de Planificación para el Buen Vivir de la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, Ministro Coordinador de Conocimiento y Talento Humano.

Así las cosas, siempre con una política de unidad, se unieron al partido Centro Democrático, colectividad definida como expresión de “centro democrático”, que respaldó a Correa y se alejó en la etapa final, estableciendo una relación de proximidad con el “Acuerdo Nacional por el Cambio”, que agrupaba a parte de los opositores.

La convergencia de Fuerza Compromiso Social y el partido Centro Democrático dio origen en agosto del año pasado a la Unión por la Esperanza (UNES). Se sumaron a la coalición unos 300 colectivos políticos y sociales. Para el proceso electoral hoy en curso, la colectividad centrista proporcionó su legalidad.

Aún tendrían que enfrentar un nuevo obstáculo impuesto desde el poder. La plataforma anunció inicialmente la precandidatura de Andrés Arauz para la Presidencia de la República con Rafael Correa como su binomio para la Vicepresidencia. ​ Sin embargo, la precandidatura del ex Mandatario fue rechazada por el CNE, al que además se inhabilitó de por vida para ejercer cargos de representación popular.

En reemplazo de Correa, fue designado candidato a la Vicepresidencia el periodista Carlos Rabascall, que cuenta con un enorme prestigio como comunicador, y que en la Presidencia de Correa fue el director de Desarrollo Institucional de la Secretaría Nacional de Desarrollo Administrativo, organismo adscrito a la Presidencia de la República que tenía por objetivo la formulación del Plan Nacional de Desarrollo. Además, formó parte del Consejo Nacional de Modernización del Estado. A comienzos del año pasado, había anunciado su intención de participar en las elecciones presidenciales llamando a “la unificación del progresismo” y la construcción de una “opción ciudadana”.

Las encuestas pronostican unos resultados estrechos, pero en general se inclinan a dar por ganador a Arauz. Santiago Basabe, politólogo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Quito, señaló a la revista colombiana “Semana” que “las posibilidades de Arauz son mayores”. A su juicio, la segunda vuelta presenta un enfrentamiento entre dos modelos políticos y económicos: “El retorno de la izquierda y la consolidación de la derecha luego del giro que dio Moreno con el apoyo del empresariado”.

También son significativos dos factores. Primero: el papel de Correa en el apoyo a Arauz. A diferencia de lo que arguye el comentario mencionado al comienzo, sobre una inviabilidad electoral de la “izquierda dura” (refiriéndose a lo que representa el ex Mandatario), Correa se impuso con enorme respaldo en tres elecciones presidenciales: 56,67% en la segunda vuelta de 2006; 51,99% en primera vuelta en 2009 y 57,17% también en primera vuelta en 2013. Todos esos comicios fueron incuestionados en su transparencia democrática. Luego tomó la decisión de no repostular una vez más.

Su período presidencial otorgó al país el ciclo de estabilidad política de más larga duración en la historia reciente de Ecuador. Convocó a una Asamblea Constituyente que dio origen a una nueva Constitución, que se mantiene vigente hasta la actualidad. Se emprendieron, al mismo tiempo, amplias reformas políticas, económicas, sociales y culturales. Hubo una muy significativa inversión social: la pobreza retrocedió cerca de 15 puntos porcentuales y el Coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de los ingresos, llegó al 0,47%, considerando que la plena igualdad es 0.

De hecho, la popularidad de Correa fue clave en la elección de Lenin Moreno, que termina su mandato en medio del generalizado descrédito ciudadano.

INCERTIDUMBRE EN PERU

Un rasgo distintivo del escenario político peruano ha sido la inestabilidad. En este sentido, un propósito básico de la ciudadanía del país en las elecciones presidenciales del domingo será lograr un Gobierno que rompa con el cuadro de crisis política que provocó las renuncias sucesivas de tres Jefes de Estado, todos identificados con la derecha neoliberal. En las urnas los más de 25 millones de peruanos con derecho a voto también renovarán al unicameral Congreso de la República con la elección de 128 legisladores entre unos dos mil postulantes.

Pedro Pablo Kuczynski, que había asumido en julio de 2016, renunció en marzo de 2018, transformándose en el primer Mandatario latinoamericano en dimitir en ejercicio del cargo por un escándalo de tráfico de influencias. Lo sucedió Martín Vizcarra, que había sido primer Vicepresidente. En noviembre del año siguiente disolvió el Congreso, lo que provocó una polarización del enfrentamiento político. Finalizó su mandato la noche del 9 de noviembre del 2020, cuando el Parlamento declaró su permanente “incapacidad moral”, por una serie de denuncias de hechos de corrupción. Le tocó el turno a Manuel Merino desde el 10 de noviembre de 2020 del año pasado. Los gobiernos de Chile, Paraguay y Brasil saludaron al nuevo Mandatario, que renunció apenas cinco días después, luego de las protestas en su contra que dejaron un saldo de dos jóvenes fallecidos.

Por sucesión constitucional, asumió el 17 de noviembre del año pasado Francisco Sagasti, quien un día antes había sido electo presidente del Congreso.

En el proceso de elecciones presidenciales se presentan nada menos que 18 candidatos que aspiran a gobernar durante cinco años a partir del 28 de julio. El panorama, de acuerdo a los sondeos de opinión pública, está marcado por la incertidumbre. El último simulacro de votación publicado antes de las elecciones, realizado por la prestigiosa consultora Ipsos, mostró que la distancia entre el primero y el quinto lugar de los postulantes es menos de 3 puntos porcentuales en votos emitidos, y de 3,5 en votos válidos.

En el primer lugar figura Yonhy Lescano, candidato de Acción Popular, una colectividad que fue fundada por Fernando Belaunde Terry y que hoy puede caracterizarse como populismo “traga todo” aunque con hegemonía neoliberal. Su partido se vio manchado después de la abrupta subida al poder de Manuel Merino, quien forma parte de la colectividad. Lescano aparece con 14,7 por ciento de los votos válidos.

Con una diferencia de menos de un punto porcentual (0,8) aparece Hernando de Soto, el candidato de Avanza País, una colectividad neoliberal. Es un economista que fue clave en la formulación de las políticas macroeconómicas en el Perú y ha sido el principal gestor del Instituto Libertad y Democracia (ILD), un think tank de la ortodoxia neoliberal. Registra un 13,9 por ciento de los votos válidos.

Verónika Mendoza está a poco más de dos puntos del primer lugar. Es la candidata de la coalición de centro–izquierda Juntos por el Perú (JPP), que agrupa al Partido Humanista; el Frente Únete (integrado a su vez por Fuerza Social, Ciudadanos por el Cambio, Movimiento por el Socialismo, Partido Comunista Peruano–Unidad y Partido Comunista del Perú–Patria Roja), y el partido progresista Nuevo Perú, que preside Mendoza. En el estudio de Ipsos, aparece con 12,4% de los votos válidos: es decir, en empate técnico con Hernando de Soto, a solamente 1,5 puntos de diferencia.

Esto es relevante, sobre todo a propósito de quienes hablaban de la “certidumbre de una segunda vuelta entre candidatos de derecha”.

En el cuarto lugar aparece George Forsyth, ex futbolista y empresario de orígenes chileno–peruanos (es hijo de la Miss Chile 1976, Verónica Sommer). Su carrera política comenzó el 2010 en el conservador Partido Social Cristiano y continuó el 2018 con la colectividad Somos Perú, que lidera Vizcarra. Ahora es candidato de Vanguardia Nacional, partido que preside y es expresión de un “conservadurismo liberal”. Aparece con 11,9% de los votos emitidos.

Finalmente, Keiko Fujimori, hija del ex dictador Alberto Fujimori y abanderada de “Fuerza Popular”, la expresión de la derecha autoritaria y neoliberal fujimorista. Por escándalos de corrupción estuvo en prisión preventiva desde 2018, y se encuentra con libertad condicional desde el 2020. En el estudio de Ipsos, figura con un 11,2 por ciento de los votos emitidos.

La psicóloga y antropóloga Verónika Mendoza se ha transformado en la principal figura del progresismo peruano. Uno de sus problemas para pasar a segunda vuelta es la irrupción de la candidatura de Pedro Castillo, abanderado de Perú Libre, un movimiento de la izquierda radical, al que el estudio de Ipsos otorgó un 7,9 por ciento de los votos válidos. El viejo y siempre actual problema de la unidad.

Santiago, 10 de abril 2021.

Fuente: Crónica Digital