Por Víctor Osorio.
El autor fue Ministro de Estado y es director ejecutivo de la Fundación Progresa.
El Gobierno de la derecha se supera a sí mismo. Cuando pensábamos que, a estas alturas, ya nada podía sorprendernos, ocurre lo impensado. La Seremi de Cultura de la Región de Valparaíso, Constance Harvey, desencadena una polémica nacional al embestir contra Mon Laferte por un mural que creó en el Cerro Alegre de Valparaíso e incluso advertir que podría ser objeto de sanciones.
En primer lugar, pongamos la situación en contexto. La Ley N° 21.045 que creó el Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio señala que una de sus funciones será “promover y contribuir al desarrollo de la creación artística y cultural”, lo cual incluye “promover el respeto y desarrollo de las artes y las culturas populares”. Asimismo, dispone que la ley se regirá por los principios de “diversidad cultural”; “democracia y participación cultural” y “respeto a la libertad de creación y valoración social de los creadores y cultores”.
Mon Laferte es hoy día, sin duda, la cantautora de origen chileno de mayor reconocimiento internacional y su enorme talento ha sido reconocido por innumerables galardones y por un éxito popular deslumbrante. Es, asimismo, una artista de origen en el mundo popular de la Región de Valparaíso, hija de la población Alejandro Navarrete en el sector de Gómez Carreño en Viña del Mar, lo que ha definido su identidad y compromiso como creadora.
Además, ha comenzado a incursionar en forma visible como artista plástica, llegando a abrir una galería de arte en México, donde reside, logrando una positiva valoración crítica de sus obras. En octubre pasado se estrenó también como muralista, con un trabajo en el centro de Ciudad de México en octubre pasado. Según contó en su cuenta en Twitter se llamaba “Te amo” y “es para mi amado Chile”. La acción contó, por cierto, con el respaldo de las autoridades aztecas.
Por su compromiso con la comunidad en la que nació y creció, viajó a Chile recientemente para realizar una exposición de 26 de sus creaciones, las que van desde bordados a pinturas, que se inaugurará el próximo lunes 15 de febrero en la destacada galería Bahía Utópica de Valparaíso, que según consignaba “La Tercera” hace unos días “hoy es uno de los epicentros culturales del Cerro Alegre”. La entrada es libre y la muestra se denomina “Procesión”.
En una conferencia vía Zoom, realizada un día antes de las declaraciones de la Seremi de Cultura, Mon se refirió a su amor por Valparaíso y sobre su mural en Valparaíso, señaló que “me gusta democratizar el arte, que sea como una galería al aire libre”. De hecho, lo que es menester de consignar en un país donde todo pareciera tener un precio, fue un acto de creación gratuito. Desde la galería agradecieron a la artista por “este tremendo regalo a todos los porteños y visitantes de la Joya del Pacífico”.
“Este camino de estar haciendo murales es porque hace un par de años se me puso en la cabeza la idea de pintar el barrio donde yo me crié. Yo quería pintar todos los edificios e invitar a otros artistas a colaborar y a embellecer aún más el barrio”, dijo en la conferencia. Agregó que “no hemos podido realizarlo, se nos atravesó una pandemia, entonces quedó ahí en pausa, porque el proyecto es ambicioso, yo quiero pintar todos los edificios”.
En otras circunstancias, hubiera sido esperable obtuviera reconocimiento por parte de las autoridades culturales del Gobierno. Fue exactamente lo contrario.
“Nosotros llevamos el arte para mejorar, para embellecer, no solamente para dejar una manifestación egoísta e individualista (sic) sobre una plataforma”, espetó la Seremi de Cultura en conversación con Radio Valparaíso, que fue reproducida en el diario “El Mercurio de Valparaíso”.
Se apresuró en aclarar que “tiene todo el reconocimiento como cantante, probablemente (sic) también lo tenga como artista visual, no voy a hacer un análisis de ese tema (sic)”, pero que “gran parte del Cerro Alegre y Cerro Concepción, están dentro del sitio de patrimonio”, pretendiendo “aclarar” que su preocupación en verdad era por la preservación patrimonial de la ciudad. Al ser consultada por una multa para la artista chilena, sentenció que “arriesga multa, más allá de que sea una artista reconocida”. Con todo, aclaró que desconoce si Mon Laferte contaba con un permiso del Consejo de Monumentos Nacionales, “quienes sabrán si está correcto o no la afectación de ese muro, si es que contaba con los permisos de la vecina o de los vecinos”.
Las aseveraciones de la Seremi son reveladoras. Aunque apela a las normas en materia de preservación patrimonial, que forman parte ciertamente de las tareas del Ministerio, desliza un ataque directo a la obra (“egoísta” e “individualista”) y un cuestionamiento a la calidad de su artista plástica (con su “probablemente, no voy a hacer un análisis de ese tema”), como si fuera parte de sus facultades calificar o descalificar los méritos artísticos de una obra o una creadora. Todo ello, pasando por alto su trayectoria general como artística, hija además de la propia Región, y al parecer sin importarle su idea de democratizar el arte y la cultura.
Luego se anticipa a señalar que la obra podría ser objeto de multas por haber afectado una zona patrimonial, pero sin conocer si existían o no permisos de la comunidad y del Consejo de Monumentos Nacionales. En este último caso, el Consejo informó que efectivamente no se había realizado el paso administrativo de pedir autorización, pero en lugar de amenazas con sanciones llamó a la artista a regularizar la situación, pero no anticipó sanciones ni dijo que la conclusión inevitable era que no pudiera autorizarse el mural.
Inmediatamente luego de las declaraciones de la Seremi, un sujeto encapuchado perpetró el cobarde acto de vandalizar el mural, lanzándole bombas plásticas de pintura durante la madrugada. Un vecino detuvo al delincuente, que se dio a la fuga. Y una jauría de haters del mundo conservador y de extrema derecha emergieron desde las alcantarillas de las redes sociales, transformados en catedráticos de Estética, atacando groseramente la belleza del mural de la artista. Por cierto, a esos ataques sumando referencias a la opción social progresista de Mon Laferte, su respaldo a la revuelta social y la opción Apruebo en el plebiscito constitucional.
En verdad, es inevitable inferir que la preocupación de la Seremi de Cultura más que con una preocupación por el patrimonio de Valparaíso, se explica por la profunda indignación que provoca Mon Laferte a la derecha chilena. Les descontrola saber que una artista de su envergadura internacional y su éxito en la industria de la música, aclamada en América y el mundo, que hace menos de dos meses ha sumado un nuevo Grammy Latino a su carrera, no haya renegado de su historia y de su pueblo, no haya dudado en tomar posición abierta en defensa de la rebelión de la ciudadanía y sus demandas, y se haya enfrentado con su arte a la derecha conservadora.
Desde su Instragram, Mon Laferte se refirió a la “telenovela del mural” y señaló: “Yo digo que Chile tiene problemas reales que atender. Hablemos de las artes en la calle. Hablemos de Francisco” (Martínez, el artista callejero acribillado por un policía en Panguipulli).
Una nota publicada en el portal de Meganoticias recogió las opiniones de los vecinos del lugar del mural. “Este mural es una obra de arte que enriquece el patrimonio de Valparaíso porque el arte callejero mejora el patrimonio de la ciudad”, señaló uno de ellos. Otros, en tanto, indicaron que “es un aporte, un regalo. Debiesen estar orgullosos de que una artista nacional haga este tremendo mural, incluso es un aporte turístico”.
No hay dudas de que Mon Laferte entró por la puerta ancha a la historia como una de las más grandes y completas artistas que ha producido esta tierra, y forma ya parte del patrimonio cultural de Chile y Nuestra América. Sus detractores por razones políticas no alcanzarán a trascender ni siquiera como un mal recuerdo.
En lo inmediato, toda la solidaridad con una mujer que es orgullo para Chile.
Imágenes: Redes sociales de Mon Laferte.
Fuente: Crónica Digital.