Por Víctor Osorio.
Director ejecutivo de la Fundación Progresa.
¿Qué tienen en común Sebastián Piñera y Mauricio Macri? Ciertamente, no son escasas las coincidencias, aparte del hecho de que ambos gobernantes son grandes empresarios. Lo fundamental es que compartían un proyecto de sociedad común, el modelo neoliberal, el que –según se encargaron de proclamar– era el único capaz de producir crecimiento, empleo y prosperidad general. Además, Macri era un aliado clave para las pretensiones de liderazgo regional de Piñera.
Así, hace poco tiempo atrás Piñera aconsejaba a Macri “que no se deje presionar por los cantos de sirena” y que “si es necesario se ponga tampones en los oídos”, una fórmula que ahora pareciera estar operacionalizando sin tapujos para enfrentarse a la ciudadanía chilena que reclama cambios.
El desenlace del experimento en Argentina ofrece claves para aprehender la situación en Chile: la contundente derrota de Macri en las elecciones presidenciales ha coincidido con la protesta ciudadana en contra del abuso y la desigualdad, la que ha irrumpido con una persistencia en el tiempo y extensión social y geográfica sin precedentes.
Unos tres meses antes de la caída de Macri en el país trasandino y la emergencia de la movilización ciudadana en Chile, Piñera y el gobernante argentino se encontraron al otro lado de la cordillera en un diálogo organizado por el think thank neoliberal Fundación Libertad, titulado “Oportunidades y desafíos para América Latina”, que fue moderado por Gerardo Bongiovanni. El diálogo fue, además, unas pocas semanas antes de las PASO en la Argentina, que mostraron la gigantesca desaprobación de Macri.
Bongiovanni es uno de los principales propagandistas del neoliberalismo en la región, en su calidad de presidente de la Fundación Libertad y de la “Red Libertad” de la Argentina, secretario general de la Fundación Internacional para la Libertad (presidida por Mario Vargas Llosa; e integrante de la mesa directiva de la Mont Pelerin Society, por la que han pasado los principales ideólogos neoliberales, como Friedrich Hayek y Milton Friedman, el padre del “modelo chileno” impuesto en tiempos de la tiranía.
El diálogo de estos tres personajes es impresionante e impactante. Por completo, ciegos y sordos frente a la realidad social de Chile y Argentina. Por completo, embriagados con su adscripción dogmática al neoliberalismo, sin disposición de ceder ni un milímetro a las demandas sociales que ya se hacían sentir en forma masiva en el país trasandino y que pronto irrumpirán en territorio chileno.
En los mismos momentos en que la economía argentina estaba a unos pasos del colapso de dimensiones apocalípticas, en un estado de bancarrota que golpeaba brutalmente a la clase media y los trabajadores argentinos, Piñera dijo que “todo lo que ha hecho Macri es lo que hay que hacer y los frutos están a la vuelta de la esquina”…
Según la transcripción del diálogo que fue divulgada por el Gobierno de Chile, Piñera dijo: “El consejo que yo daría (para que Macri lograra un segundo mandato) es perseverar (…) Yo creo que cualquier personaje que analiza con objetividad (sic) se da cuenta que los cambios que se han hecho en Argentina eran los cambios que había que hacer sí o sí, no había opción. Y que ya se empieza a ver la luz al final del túnel (…) El consejo que yo daría es que lo que está haciendo el Gobierno y el Presidente Macri, a mi juicio, es lo que hay que hacer (…) Va en la dirección correcta y los frutos están a la vuelta de la esquina”.
Piñera dio el siguiente “consejo” a Macri, que es relevante para aprehender ahora el modo con el que ha enfrentado la protesta ciudadana en Chile: “Yo el único consejo que le daría (a Macri) es que NO SE DEJE PRESIONAR POR LOS CANTOS DE SIRENA, que si es necesario SE PONGA TAMPONES EN LOS OÍDOS Y AMÁRRESE AL MÁSTIL para resistir este proceso de reconversión y de modernización de la economía argentina para que Argentina y el pueblo argentino pueda aprovechar en plenitud las maravillas que Dios puso en este país”.
Macri señaló que “Chile es una referencia” y, en referencia al “socialismo del siglo XXI”, dijo: “Agradezco a Dios que nos haya inspirado a los argentinos a poner un freno porque íbamos en la misma dirección. Heredamos una carga muy pesada, pero había todavía muchísimos más escalones hacia el infierno que se podían recorrer y en el año 2015 dijimos ‘basta, hasta acá llegamos’ y pudimos revertir”. Más adelante señaló: “El punto de partida ha sido muy duro, pero es un desafío constructivo y es el único posible. Éste es el camino al desarrollo de nuestro país, éste es el camino de futuro que hemos elegido y asociados con países hermanos como Chile”…
Por su parte, Piñera aseveró: “Hay una lucha cultural que se ha venido dando. Basta ver lo que fueron los planteamientos, los principios y las recomendaciones del Foro de São Paulo, que es un gran responsable de los tremendos costos, sufrimientos y dolores que han pagado muchos pueblos en América Latina por seguir una doctrina equivocada”.
Piñera hizo una entusiasta apología de “una economía abierta, integrada al mundo”, para sentenciar, respecto de la situación argentina, que “esto es parte de lo que los países tienen que darse cuenta: cuáles son los caminos correctos que (…) conducen al progreso, a crear oportunidades, a derrotar la pobreza. Y yo creo que en el caso de Argentina (…) la dicotomía es evidente. Yo estoy convencido que hay dos caminos que conducen a dos puertos totalmente distintos, y confío mucho en la sabiduría del pueblo argentino en saber escoger el camino que lleva al buen puerto”.
La sabiduría del pueblo argentino eligió a Alberto Fernández y Cristina Fernández para la conducción de su país en los próximos años, hastiados de un experimento neoliberal que devastó la Argentina, logrando el crecimiento de la inflación, el hambre, el desempleo y la desigualdad sin precedentes en ese país. Luego de las PASO en agosto pasado, Macri optó por intentar olvidar, a lo menos en parte, los buenos consejos de Piñera y aplicar medidas que hasta hace poco abjuraba como “populistas”. Ya era demasiado tarde.
Para lograr la victoria, el progresismo argentino fue capaz de lograr la más amplia unidad política y social, con la generosidad de todas y todos los actores, y en torno a un programa de transformaciones, que expresaba las demandas e intereses de la ciudadanía. Comienza, pues, un nuevo ciclo en la historia de la Argentina.
En Chile, la ciudadanía aún ocupa las calles reclamando también un nuevo destino.
Por Víctor Osorio. El autor es director ejecutivo de la Fundación Progresa.
Santiago, 1 de noviembre de 2019
Fuente: Crónica Digital.