Columna | El derrotche de Landeretche y sus chanchitos

Home / Columnas / Columna | El derrotche de Landeretche y sus chanchitos

Por Daniel Flores.

Doctor en Sociología, Magíster en Ciencia política y Antropólogo.


Fundación Progresa. Landerretche, en una entrevista en The Clinic, critica a José Maza, astrónomo, premio nacional de ciencias, y gran profesor (lo fue para mí en dos excepcionales cursos). Y lo hace porque lo siente exagerado cuando plantea que en Chile hablar de industria tecnológica es un “engrupimiento”, porque en general todo funciona como las fábricas de chanchitos de greda de Pomaire.

Landerretche para contradecir al Astrónomo pone como ejemplo los camiones robóticos de CODELCO que podrían funcionar “con un chanchito de Pomaire como conductor”.

Los camiones que a los que se refiere Landerretche son los camiones Komatsu, de tecnología y fabricación japonesa. Y creo que este es, precisamente, el punto de la crítica que hace el Profesor Maza al espejismo con el que se consuela nuestra autocomplaciente elite en materia de innovación y tecnología: Cómo es posible que luego de más de un siglo de éxito minero en Chile (con el salitre primero, y luego con el cobre), no hayamos sido capaces de montar siquiera una universidad con un centro para el desarrollo de tecnologías en el norte chileno. Porque lo cierto es que hoy vendemos el cobre menos trabajado que antes, sin haber generado industria ni valor agregado de ningún tipo, y más encima le compremos la tecnología extractiva a países que hace 50 años estaban igual de pobres que nosotros.

La parte logía de la palabra Tecnología se refiere al estudio de la ciencia, y de eso –seamos sinceros- no tenemos nada. Nuestra inversión en investigación y desarrollo es paupérrima, los científicos están movilizados actualmente por las mínimas condiciones laborales en las que trabajan y por la incertidumbre constante que viven con fondos de investigación cada vez más escasos y administrativamente cada vez más descriteriados. Para que lo entienda Óscar, se lo ponemos en zorrón: Al roto le encanta comprarse la tecnología de punta en Falabella, pero eso no lo hace más tecnológico. O para ponerlo en siútico: vivímos modernización sin modernidad.

La industria del salmón es un ejemplo más que sirve para graficar nuestra in-capacidad tecnológica para plantear, siquiera, sus propias fórmulas de explotación de commodities, al mismo tiempo que nuestra incapacidad política para hacer un parelé a esos sociópatas inversionistas –noruegos para el caso del salmón chileno-, que son capaces de montar un negocio apocalíptico en uno de los lugares más limpios del planeta, sin que siquiera una puteada se puedan llevar para la casa de parte nuestra.

CODELCO fue posible gracias a una de las innovaciones políticas más formidables, que fue la nacionalización del cobre. Hoy en Chile la extracción de cobre está en su mayor parte privatizada, se vende la piedra menos intervenida que antes (con menos valor agregado), no cobramos siquiera un impuesto real a esa extracción básica. No hay industria ni investigación y desarrollo ligada a la gran minería. Cochilco y Enap juegan en segunda. Y más encima tenemos una Ley Reservada del cobre que tiene a la gente usando consultorios que se llueven, y a las fuerzas armadas gastando la plata en casinos y autos caros, y a nuestros conscriptos pintando las casas de los generalatos. De que hay propuestas innovadoras, las hay, como la de Andrés Solimano sobre “transformar” la Ley reservada del cobre en un “Dividendo Ciudadano del Cobre”, que permitiría a cada chileno recibir más de 100mil pesos una vez al año. Pero claro, al Presidente del directorio de nuestra empresa más grande le basta con comprarse en Falabella el robot japonés de punta.