El Grupo de Puebla -organización iberoamericana y del Caribe que cuenta con 49 líderes de 17 países- rechaza enérgicamente la represión y el uso indiscriminado de la fuerza por parte de la policía civil, luego de que en Perú se haya instalado un gobierno golpista e ilegítimo amparado en las fuerzas políticas más reaccionarias y de derecha de ese país.
La destitución del presidente Martín Vizcarra por parte del Congreso fue provocada en un contexto de profunda crisis sanitaria, social y económica, con un alto número de congresistas acusados también por corrupción y a menos de seis meses de las próximas elecciones generales, desconociendo la voluntad popular e instalando en el poder a Manuel Merino, quien, a solo días de asumir el cargo, fue obligado a renunciar tras las fuertes y masivas movilizaciones contra su gobierno que se extendieron por todo el territorio nacional.
Durante esta semana, el pueblo peruano salió a las calles haciendo uso de su legítimo derecho a protestar y movilizarse, las cuales han sido fuertemente reprimidas por la policía, dejando dos víctimas fatales y cientos de heridos por perdigones y la violencia ejercida. Esto desembocó en que distintas organizaciones demandaran al Perú a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para que el Estado garantice la protesta pacífica, el bienestar y el respeto a los derechos humanos de las y los manifestantes.
Perú es un país que desde hace décadas no ha logrado conformar un sistema de partidos estable, desatando una fuerte crisis de legitimidad y representación, y alejando a las y los ciudadanos de la toma de decisiones del Estado. Abogamos por devolver el poder al pueblo peruano y que desde sus bases sociales, busquen salidas políticas, pacíficas y democráticas. Los pueblos deben reencontrarse en la democracia, y tal como proponen algunos sectores progresistas en Perú, la asamblea constituyente puede ser una opción política amplia para salir de la crisis y dotar de legitimidad el sistema político.
Hacemos un llamado a todas las organizaciones políticas, sociales y culturales, y todas y todos los ciudadanos de América Latina y el mundo, comprometidos con la democracia, la justicia social y los derechos humanos, a estar alerta y acompañar el proceso peruano. La solidaridad entre los pueblos y la confianza en ellos, son la llave para abrir nuevos caminos tanto en Perú como en el resto del mundo.