La lesión deportiva ha ido evolucionando en la manera de interpretarla y establecer sus alcances, en el desarrollo de este artículo explicaremos como de ser una realidad excluyentemente física se ha convertido en un constructo multidimensional y en el que intervienen múltiples factores. Muy lejos estamos de la época en que para prevenir, intervenir y recuperar una lesión participaban e intervenían uno o dos profesionales de la salud, hoy un equipo multidisciplinario aborda al deportista lesionado.
Un gran número de personas, sean deportistas o no, en algún momento experimentan alguna lesión, lo que hace imprescindible que todos los profesionales involucrados en el trabajo multidisciplinario con los atletas deban comprender las reacciones psicológicas a una lesión y la forma en que las estrategias mentales influyen en la recuperación.
Si bien el factor físico es la causa principal de una lesión, el factor mental tiene una gran incidencia para explicar su etiología y enfrentar el a veces largo proceso de recuperación.
La lesión deportiva es una de las realidades más complejas a las que se debe enfrentar un deportista, los atletas se han preparado durante toda su vida para convivir con lo amenazante que resulta el evento deportivo. A pesar de ser de gran estrés, han desarrollado herramientas para convivir con él, sin embargo, nunca se han preparado para estar lesionados, no les han enseñado a estar fuera del contexto deportivo por semanas y en algunos casos meses. El paso de ser protagonistas y actores sociales, a personas promedio producto de la inactividad a causa de la lesión y la consiguiente desaparición de los primeros planos es altamente frustrante. Por consiguiente no existe nada más ansiógeno para un deportista que estar lesionado, por ser esta una realidad desconocida, en que no siempre es posible anticipar sus alcances, y que genera gran incertidumbre con relación al futuro.
Existen dos niveles que participan en la lesión deportiva: primero, está el dolor y la disfunción física y por otro se encuentran presentes en constante interacción factores psicológicos, sociales, laborales y económicos, todo lo anterior nos hace entender al fenómeno de la lesión como de gran complejidad y en que participan diversas variables (Williams, J. 2001).
Los factores más significativos para aumentar las posibilidades de vulnerabilidad a experimentar una lesión por parte de un deportista son: a)rasgos de personalidad que exacerben la respuesta al estrés b)sobrecarga de factores de estrés c)bajos recursos de afrontamiento y d) exposición a situaciones potencialmente estresantes (Williams, J. 2001).
Para poder disminuir las probabilidades de aparición de una lesión existen diversas estrategias que pasamos a mencionar: 1) eliminación o alivio de situaciones estresantes ajenas al entrenamiento deportivo (sucesos vitales y estilo de vida), exigencias del entrenamiento deportivo (planificación y distribución de ciclos, descansos y progresión de cargas), demandas de la competencia(plantear metas progresivas, familiarizar al deportista y manejar grado de trascendencia), situaciones asociadas a lesiones anteriores(acercamiento progresivo a situaciones temidas)2)modificación de variables personales relevantes, aumento de la motivación por la actividad deportiva( niveles de autoconfianza, desafíos, compromiso y control), discriminar en el entrenamiento situaciones que generen estrés y entrenar el desarrollo de habilidades mentales de afrontamiento en la práctica, controlar sus propias expectativas de su rendimiento deportivo y fortalecer los apoyos sociales (Riera, J.2000).
La lesión provoca en el deportista una serie de consecuencias negativas: dolor, interrupción de la actividad habitual, incertidumbre, inseguridad, irritabilidad, enfados, ansiedad, depresión y en algunos casos intervenciones quirúrgicas.
Por lo tanto, la lesión claramente significa un evento relevante en la biografía del deportista e implica en muchos casos reacciones que van desde la negación, pasando por la ira, paulatina aceptación, un estado de inestabilidad emocional hasta la aceptación y reorganización.
Todo lo anterior obliga ha efectuar un programa de intervención psicológico orientado a la aceptación del deportista y posterior reorganización de este, en búsqueda de su reincorporación funcional a la práctica deportiva.
La intervención psicológica con atletas se estructura de la siguiente forma (Garratt, T., 2004):
a) Compenetración con la persona lesionada: crear la sensación de equipo facilita la empatía, la transmisión de apoyo emocional y la sensación de respaldo. Es especialmente importante una vez pasada la novedad de la lesión (cuando las personas dejan de ir a ver a la persona lesionada)
b) Educación sobre la lesión y la recuperación: entender en términos prácticos la lesión y el proceso de recuperación para trazar expectativas realistas.
c) Enseñanzas de destrezas psicológicas de afrontamiento: establecimiento de objetivos (fecha de vuelta, número o intensidad de ejercicios, etc.), autodialogo (paso de pensamientos negativos a positivos), visualización (de ejecuciones motrices del deporte para establecer un reincorporación gradual o de activación de zonas lesionadas a través de la práctica imaginada) y entrenamiento en relajación (alivio de dolor y estrés, facilitación del sueño, disminución de tensión)
d) Enseñanza de estrategias para enfrentar las recaídas: mostrar que es una realidad probable, para mantener una actitud positiva y facilitar la comunicación de sensaciones.
e) Fomentar el apoyo social: establecer un contexto contenedor de las emociones que vaya experimentando el atleta, es este apartado cumplen un rol fundamental la familia, amigos y el equipo multidisciplinario que lo acompaña en el proceso de recuperación.
En conclusión debemos facilitar el proceso de recuperación de la lesión por parte del deportista, dándole la mayor cantidad de herramientas para que esta experiencia sea lo menos traumática posible.