Hoy más que nunca México está lejos de Dios y cerca de Estados Unidos. Las relaciones entre los dos países, durante doscientos años, han sido de una permanente explotación del pueblo mexicano por parte del vecino del norte del Río Grande. El actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, triunfó en las primarias del Partido Demócrata y, posteriormente, en las elecciones presidenciales y de congresistas, primordialmente gracias al voto de los latinos que, actualmente, alcanzan a una población de considerable influencia. Se pronostica que, en pocos años, los hispanos se constituirán en la mayoría del universo poblacional de Estados Unidos.
Barack Obama, hasta ahora, ha decepcionado a los latinos posponiendo la ley de migración que prometiera en su campaña. Esta incapacidad del presidente Obama y de los legisladores demócratas ha abierto espacio a una ofensiva regresiva, fundamentalmente dirigida a los latinos, cuyos líderes principales son los gobernadores y senadores conservador Partido Republicano.
La gobernadora de Arizona, Jan Brewer, refrendó la ley SB 1070, la cual permite arrestar y expulsar a cualquier latino, por la sola sospecha de permanecer en estado ilegal en el Estado de Arizona. Una medida tan racista, como la aprobada en este Estado, provocó la oportuna y airada respuesta de la comunidad latina y del presidente Obama y de la comunidad internacional, sin embargo, la ofensiva xenófoba no sólo persiste, sino que tiende expandirse a otros Estados, en especial en el sur de Estados Unidos.
En la frontera entre Estados Unidos y México, los guardias federales disparan, sin compasión, incluso a jóvenes y mujeres cuando se atreven, según ellos, a traspasar el “Muro de la Vergüenza”, instalado por el opaco presidente, George W. Bush. Cercano a la frontera se encuentra el pueblo de Nogales – cuyo nombre nos recuerda aquel pueblo homónimo que pertenece al distrito diez, que representé en la Cámara de Diputados- que, según relata un periodista de BBC, vive aterrado por la verdadera caza de brujas que promueven fanáticos anglosajones, no muy distinto a las famosas “Brujas de Salem”.
¿Qué medidas ha tomado el gobierno del PAN, presidido por Felipe Calderón? Hasta el momento, se ha limitado a reclamar tibiamente a su socio en el ALCA por los permanentes abusos, detenciones ilegítimas que practica la policía fronteriza norteamericana. Por lo demás, el gobierno conservador mexicano está demostrando una notoria incapacidad para combatir el narcotráfico que, por ejemplo, en Ciudad Juárez, ha logrado superar el poder coercitivo del Estado. El México dirigido por el PAN se está pareciendo, cada día más, a Colombia – otrora dominada por los carteles de Medellín y Cali, especialmente-. México no está lejos de ser tipificado como un Estado fallido y, lo más posible, que los dos sexenios de la derecha, terminen devolviendo el poder al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El racismo norteamericano no sólo acosa a la comunidad mexicana, sino que también se ha ensañado con los demás hispanos, cuya respuesta a estos atropellos hasta ahora ha sido mucho más débil que aquella que liderara Martin Luther King, respecto a la comunidad afroamericana, en los años 60.
Faltan pocos meses para sea elegida la totalidad de la Cámara de Representantes y un porcentaje del Senado. Es el momento de exigir al presidente Barack Obama y a su Partido, el Demócrata, el cumplimiento inmediato de su promesa electoral respecto a una justa ley de inmigración.
En el mundo globalizado, ningún político democrático puede sentirse marginado de la justa lucha de la comunidad latina respecto a sus derechos ciudadanos y, sobretodo, del combate contra el racismo y la persecución indigna, que nos recuerda la obra anti-utópica, El Mundo Feliz, de Aldous Huxley.