Rafael Urriola U.
Hace pocos día el diputado de Renovación Nacional, Cristián Monckeberg, candidato a presidir su partido, lanzó un comunicado que trascendió por la autocrítica ante un “fracaso rotundo” en las presidenciales como allí se reconoce.
El diputado plantea tres orientaciones fundamentales para el avenir de RN y que significarían cambios importantes en las prioridades programáticas e incluso electorales en el futuro.
- Plantea “recuperar la identidad de centro derecha, moldeada durante la Transición y anclada en una historia de respeto por la democracia representativa, las instituciones republicanas y la virtud cívica”. De alguna manera esto debiese significar un alejamiento más rotundo de la dictadura y sus hechos lo cual no ha sido la tónica en RN. Por el contrario, allí también se han refugiado cómplices abiertos de los atropellos de esa época como el diputado Cardemil. Asimismo, el secretario general de Renovación Nacional, Mario Desborde en Radio Cooperativa, se molestó con el Presidente Piñera cuando mencionó la idea de “cómplices pasivos” con la dictadura exigiéndole que personalice su opinión. Es decir, las intenciones de “limpiar” la imagen de ser un partido formado al alero de la dictadura difícilmente podrá ser lograda sin una renovación seria de los dirigentes pese a que el documento diga “El modelo de la derecha ochentera está agotado, su estructura debilitada y su conexión con la gente extraviada”. Por ello, Evópoli y el propio Presidente Piñera -que están convencidos de estos cambios de imagen- para seguir participando creen que será mejor hacerlo alejados de un referente demasiado marcado con el pinochetismo.
- La segunda transformación que solicita el diputado Monckeberg a su partido se basa en que “no hemos denunciado con fuerza los abusos e incluso los hemos visto como ‘un ruido menor’. Esta es la postura que nos ha hecho parecer los representantes de “los intereses económicos” y no del interés público”. Quizás el principal error del texto es que no solo lo parecen sino que a juzgar por los planteamientos programáticos que levantaron sus candidatos Allamand y Mathei, RN no logra diferenciarse en absolutamente nada a la UDI para defender los intereses de los grandes conglomerados económicos. La reforma tributaria, la reforma laboral, el lucro en la educación, el lucro en las AFP y en las Isapres contra los usuarios y la población en general, son decisiones que separan a quienes defienden intereses económicos y quienes al interés público. Cuesta entonces entender cómo podría RN, manteniendo sus principios actuales, crear una imagen diferente en el electorado.
- La tercera transformación que propone el documento de Monckeberg es crear un frente de centro que incluya a la DC. “Si somos capaces de reconstruir nuestra identidad, nada impedirá entonces que podamos trabajar en… profundizar en el corto y mediano plazo nuestro entendimiento con el centro político, con aquellos con quienes tenemos coincidencias importantes en cuanto al modelo de sociedad que queremos para Chile… Evópoli, con movimientos como el humanista cristiano, con regionalistas, incluso con personas que creyeron en Andrés Velasco… En este cometido, tiene una especial relevancia un eventual acercamiento con la Democracia Cristiana”.
Esta idea fue muy mal recibida en la UDI porque, obviamente de producirse, los aislaría en la derecha pero también fue rechazada por dirigentes DC (salvo el diputado Lorenzini que pidió más cordialidad). Como sea, si RN se plantea -aunque sea unilateralmente- esta posibilidad es porque efectivamente también en la DC hay una fracción de la cúpula que tampoco quiere Reforma constitucional, ni educacional ni las demás. De hecho, varios de los ex ministros o altos funcionarios de la concertación se ubican en puestos directivos de empresas dominantes en la economía nacional.
En definitiva, limpiar la imagen y renovar el programa es ya una tarea titánica en RN. Atraer a la DC es prácticamente una amenaza a la UDI antes que una esperanza seria. Con todo, lo más importante es que el documento da cuenta que hay muchas cosas que la derecha no entendió y que será necesario mucho más que este documento para que se coloquen en los tiempos modernos. Asimismo, queda claro que el progresismo tiene razón en insistir en las propuestas programáticas señaladas y que, de hecho, son apoyadas por una enorme mayoría de chilenos y que pueden desdibujarse tras este tipo de acuerdos partidarios en el marco del binominal.